Los Inicios

El Mercado Central empieza a vivir su historia en 1837. Es en este año cuando el Ayuntamiento decide erigir un edificio para abastecer a los ciudadanos de productos, en los terrenos que había adquirido años antes, tras la desamortización de Mendizábal.

El solar situado próximo a la Plaza de las Flores, se adquirió por 15.000 reales anuales durante la primera década, incrementado después a 20.000 reales.  El lugar había sido una antigua huerta perteneciente al convento de los Franciscano Descalzos. Resulta curioso que el azar dispusiera que en la tierra donde los religiosos habían cultivado sus propios alimentos, se convirtiera en un espacio que dispondría de alimentos para toda la ciudad.

El arquitecto Juan Daura, siguiendo los planos de Torcuato Benjumeda, que no pudo llevar a cabo las obras por su fallecimiento, será el encargado de terminar el edificio. Fue el 27 de abril de 1837 cuando se colocó la primera piedra.

El importe de la construcción se elevó a 371.447 pesetas. Para sufragar los costos el Ayuntamiento ideó la fórmula de rifar los puestos entre los interesados a medida que estos se concluían.

En diciembre de 1838 se inauguró la plaza porticada de estilo neoclásico, de planta rectangular y su interior en forma de peristilo con columnas dóricas de 4 metros de altura. En cada lado de la fachada se dispusieron las puertas de decoración sobria. En el intercolumnio se construyeron 72 puestos, con espacios interiores donde se distribuían la tienda, un altillo y el sótano. En el centro quedaba un amplio espacio destinado para la venta ambulante, utilizándose también en la fiestas para representaciones teatrales, circenses y otros actos lúdicos.

Así transcurrió la vida de la Plaza de Abastos hasta una nueva transformación. En 1926 el alcalde Don Agustín Blázquez proyecta las obras de reforma del Mercado, la cual sale a concurso por un importe de 10.607.247,68 pesetas. Pero sería el alcalde D. Ramón de Carranza quien materializara el proyecto, finalizándose las obras en el año 1929. El arquitecto sevillano Juan Talavera fue el encargado de dirigir los trabajos. Se dotó al edificio de un pabellón central cubierto, dividido en dos grandes naves, una para los puestos de pescaderías y otra para carnes y recovas. En el exterior se construyeron los puestos fijos de churros, suprimiéndose los kioscos de la vía pública.

  

1929. Un nuevo Mercado Central de Abastos 

A partir de esta reforma, el Alcalde asignó rigurosos controles higiénicos, se contrató a un veterinario para control sanitario de los artículos y se estableció una indumentaria blanca para los vendedores del Mercado de Abastos. Las sanciones por incumplimiento de la normativa ascendía a 2 pesetas por la primera falta, de 5 pesetas la reincidencia, y de 50 pesetas la segunda; en caso de incurrir otra vez en la misma falta, se anunciaba la retirada del permiso para la venta en el recinto.

Según recoge la hemeroteca del Diario de Cádiz, en la nueva nave de pescadería se vendieron gran variedad de pescados en el día de su inauguración. El más barato fue la caballa, al precio de 10 céntimos la unidad y el más caro los langostinos a 8 pesetas el kilo. Como dato llamativo, entresacamos que las anguilas se vendieron a mayor precio que las cigalas.

 

A partir de entonces, el Mercado Central situado en la calle Libertad, ha sido motor comercial de la ciudad. Un lugar provisto de toda clase de artículos alimenticios, que los comerciantes han sabido preparar y vender con agrado y atención directa a su innumerable clientela. 

Como en todo edificio el paso del tiempo se dejaba notar y en él se acometían obras por reparaciones o acondicionamiento, pero en la primera década del siglo XXI, la Plaza de Abastos demandaba otra gran reforma. En esta ocasión la primera alcaldesa que ha tenido la ciudad de Cádiz, Dña. Teófila Martínez Saíz pone su empeño en un nuevo proyecto, adjudicándose las obras al arquitecto Carlos Riaño.

El Mercado se adapta al siglo XXI 

En la nueva transformación se reduce los 250 puestos que existían, quedando un total de 173 puntos de ventas. Las antiguas naves de pescados y recovas son derribadas y se alza en su lugar un gran cuerpo central donde se distribuyen las pescaderías y en sus extremos conviven algunas fruterías. El recinto se ve favorecido por la luz natural, existiendo también mayor amplitud particularmente, en el espacio que rodea la galería. El importe de esta reforma se ha elevado a 9.390.214 euros.

Para la realización de las obras, el 2 de octubre del año 2007 los comerciantes son trasladados a una carpa provisional instalada en la calle Libertad, entre el edificio de Correos y el propio Mercado. En estas instalaciones, adecuadas convenientemente para las actividades derivadas del mercado de abastos, estuvieron los detallistas hasta diciembre de 2009.

Concretamente el martes día 15 del mismo mes, “La Plaza” volvió a abrir sus puertas al público.

Una vez desmontada la carpa que dio cobijo a los detallistas del interior, continuaron las obras del exterior ejecutándose el cambio de los puestos de la zona y un plan de reordenación urbana. Acciones que sin duda, han completado el servicio a todos los usuarios. Concluída la totalidad de la reforma prevista, se puede disfrutar del remozado entorno y La Plaza ha vuelto a ser el espacio alegre y vitalista que tanta vida da a Cádiz.